José Alberto Merino, médico radiólogo voluntario del proyecto de telemedicina.
«Me llamo José Alberto, soy médico radiólogo y nací en un pueblo de Jaén hace 40 años. Mis padres y otras personas de mi entorno pronto me enseñaron que, cuando está a tu alcance ayudar a los demás, no hay motivos para mirar hacia otro lado. Debería ser un acto de normalidad y justicia con los menos afortunados. Para eso están las sociedades y, para eso mismo, disponemos de nuestro tiempo y de nuestras manos.
Sé que mucha gente está esperando, en situaciones difíciles, a que hagamos algo por ellos. A pesar de ello, siento que mi contribución es escasa y no despierta en mi gran satisfacción, sino todo lo contrario, porque es claramente insuficiente. Si tengo la suerte de que me lo puedo permitir, ¿dónde está el mérito? Pero he decidido educar a mis hijos en estos valores y, aunque sea a pequeña escala, no permanecer impasible y de brazos cruzados, mientras mis días pasan.
Mis deseos de cambiar el mundo me llevaron en 2005 al hospital rural de Gambo, en Etiopía. Yo era un médico novato y allí recibí un valioso regalo: comprendí que una cosa son las carencias materiales y otra el espíritu. Y se me quedaron grabadas las sonrisas de los niños de África, tan colosales y verdaderas como nunca las había visto. Todos ellos me ayudaron y yo, desde el año 2017, intento poner mi conocimiento al servicio de África a través del programa de telemedicina de la Fundación Recover. No se trata de una colaboración puntual, sino que es un proyecto con el que me identifico y que he incorporado con ilusión a mi vida. Aunque la radiología está aún por desarrollar en los países con los que colaboramos, la semilla está sembrada y, algún día, dará sus frutos. Los profesionales sanitarios africanos han de saber que no están solos, ahora somos un equipo. Y mientras tanto, sueño con el día en que pueda poner otra vez mis pies en África.»