Emilio Martínez, odontólogo y cooperante en Camerún con Fundación Recover
Texto recogido por Jacinto Vidarte, voluntario en comunicación de Fundación Recover
Emilio Martínez lleva más de diez años viajando a África como cooperante y tiene ya una larga relación con la Fundación Recover, con la que colabora por varias razones, según dice: “Porque me da un soporte logístico, porque la vi crecer y porque el aprovechamiento de los recursos es muy bueno”.
De sus principios como cooperante, Emilio destaca que empezó a colaborar “por egoísmo, como le puede ocurrir a mucha gente. Lo hice porque quería ir a ver lo que había, en plan un poco de turismo solidario, a conocer otro país, otra cultura y ya está. La experiencia fue divertida, de convivencia con otros cooperantes, de mucho trabajo, pero aportando mucho”. La reflexión llegó al año siguiente. “El año pasado fui por mí”, se dijo, “pero esto tiene que tener continuidad para que funcione y este año, aunque no me apetezca, que no me apetecía; aunque me cueste dinero, que me costaba, voy a ir por esta gente, al mismo sitio. Voy a hacerlo por ellos”.
Esa fue su motivación. “Vi que se podía hacer algo y que aportabas algo. La motivación fue hacer algo por los demás. Ese año empecé a trabajar con Recover”. Luego vendrían muchas experiencias y la constatación de lo importante que es darle continuidad a los proyectos. “En 2011 fuimos a Bikop, un oasis en la selva, un sitio precioso. Al siguiente año volvimos allí y, salvo el año del ébola, que me fui al Sáhara, siempre hemos continuado yendo a Bikop. Lo importante es la organización para que las cosas funcionen, lo peor es que se desaprovechen los recursos económicos y humanos”.
Pero volver cada año a Camerún tampoco se ha convertido en una rutina para él. Tiene sus trucos para evitarlo. “Para que cada año sea una experiencia nueva, siempre llevo a un cooperante nuevo, con el que estás reviviendo lo que viviste la primera vez a través de sus ojos. Así consigues dos cosas, refrescar tu ilusión, y otra, evangelizar’ para que la gente se enganche y que sea más fácil conseguir recursos económicos, porque la gente ya sabe lo que hay”.
Al principio las cosas no eran tan fáciles, recuerda Emilio. “Llamaba a la gente para ir y no sabían qué contestarme. La gente tiene muchos miedos respecto a lo que se va a encontrar allí. Ahora, en cambio, tengo que hacer casi un casting y hay quien me pide que, cuando haya una plaza, me acuerde de ellos. Por eso cada vez vamos más”. Y cada vez cubren más objetivos. “Este año, como vamos a ir ocho, tenemos un par de colegios, tres cárceles, el Centro de Salud de Bikop… Ya he hecho tres equipos”.
Según Emilio Martínez, decidirse a ser cooperante es algo bastante simple. “No lo tienes que pensar mucho, es sí o no, hay poco que pensar. Necesito gente con decisión… Porque si tratas de convencer a alguien y las cosas salen rana, porque pueden salir rana, entonces el que termina mal eres tú”.
Y a continuación destaca algunas de las cosas que más le han impactado en África. “Tengo muy claro que las ONGs, los voluntarios, vamos allí y luego, si hay algún problema, tenemos aquí nuestra cálida vida. Es muy poquita la gente que se va a quedar allí, pero los que sí se quedan son los misioneros. Eso me impacta no solamente a mí, sino a toda la gente que va allí. Lo quiero destacar como homenaje… Ellos aprovechan los recursos al cien por cien, no se tira nada… Cuando te dan un dinero es una responsabilidad y quiero que el dinero se aproveche al cien por cien”.
La segunda cosa que le ha dejado huella es el trabajo en las cárceles. “Los sanitarios somos unos privilegiados porque vamos a lugares a los que no se puede acceder”, comienza diciendo. “La primera vez me vino una monja polaca que nos preguntó: ¿Os importaría ir a la cárcel? Miré a aquella monja de setenta y tantos años y pensé: Si esta señora me lo está pidiendo, no le puedo decir que no”.
“Aquello es… te impacta nada más entrar. Se oía mucho ruido”, rememora. Y recuerda las palabras del director de la cárcel con una sonrisa. “Aquí hay mucha gente, gente muy peligrosa, auténticos criminales, muchos de ellos bajo los efectos de las drogas, pero ustedes estén tranquilos, que todo está controlado. En ese momento pensé que ya no podía decir que no, y nada, fuimos para adentro”.
Sobre la problemática de la cooperación y el voluntariado, Emilio Martínez señala lo que denomina los países del ‘give me’. “Eso lo he visto en el Sáhara, en la India, En Camerún, en Guinea. Somos los países del ‘give me’ porque somos ricos, privilegiados y, como damos, ellos piden, pero no hacen nada por mejorar. Con la cooperación hay que tener un poquito de cuidado y eso lo hacen muy bien los misioneros. Saben muchas veces a quién dar, a quién no y de qué manera darlo”.
Es la razón por la que las consultas no son totalmente gratuitas. “Nosotros cobramos por lo que hacemos. No yo personalmente. ‘Tú vienes a trabajar gratis, pero vamos a cobrar por la consulta’. La primera vez que me lo dijeron me chocó, pero luego lo entiendes, porque la gente tiene que valorar un poquito lo que haces. Cobramos algo totalmente irrisorio, hacemos una tarifa plana, pero así haces ver que no todo vale, que no todo es gratis”, concluye Emilio, en pleno periodo de preparación de su próximo viaje en diciembre.