¿Cómo puedo contar lo que he visto?

Por Chema Caballero, escritor, cooperante, asesor de ONG y experto en África

 
Chema Caballero (Castuera, Badajoz, 1961). Escritor, cooperante y asesor de ONG. Licenciado en Derecho, por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en derechos humanos y resolución de conflictos, por la Long Island University de Nueva York. En 1992 llega a Sierra Leona donde durante dos décadas dirige programas de derechos humanos, rehabilitación e reinserción de menores soldados (programa que ha sido modelo para otros países) y de desarrollo. Ha sido Perito en menores soldado para el Tribunal Especial para Sierra Leona.

En la actualidad es asesor de ONG principalmente en África. Autor del blog Bajo el mango, de Mundo Negro digital, coautor del Blog África no es un País, en El País, colaborador de Planeta Futuro en el mismo diario y autor de los libros “Los hombres leopardo se están extinguiendo” y “Edjengui se ha dormido. Del victimismo al activismo de los pigmeos bakas”, entre otras publicaciones.

¿Cómo puedo contar lo que he visto?

Estoy acostumbrado a visitar proyectos de cooperación y desarrollo por toda África para luego contarlos y que la gente conozca lo que se hace por ahí y por qué se hace. Al viajar encuentro de todo, algunas cosas me enamoran, otras me gustan menos y alguna vez también, aunque hay que decir que no muchas, me cuestiono para qué sirve lo que veo, o a quién ayuda realmente sino a las personas que lo han montado y que parece que lo único que buscan es poder hacerse fotos con los negritos y subirlas a sus redes sociales para que todo el mundo vea lo buenos que son.

Este no es, evidentemente, el dilema que se me plantea cuando viajo con Fundación Recover. Hospitales para África. No, con ellos mi problema es cómo contar lo mucho que hacen y lo bueno que es. Y es que sus proyectos no son vistosos, no construyen escuelas llenas de niñas y niños sonrientes, no financian proyectos de agricultura que empoderan a mujeres que posan orgullosas ante la cámara mostrando sus logros…

No, el trabajo de Recover no se ve a simple vista, cuesta plasmarlo en una fotografía o describirlo en un titular. Ese es el gran reto al que me enfrento porque se trata de un trabajo silencioso, soterrado pero sin el cual sería imposible ofrecer los servicios que los centros de salud u hospitales a los que apoyan ofrecen: formación de personal sanitario, apoyo logístico, informatización, salud 2.0, pacientes evacuados a España para ser operados… Grandes proyectos que cambian la vida de muchas personas y que, sin embargo, son difíciles de vender a una sociedad que cada vez más se guía por el titular y la imagen, que no gusta, o no tiene tiempo, de profundizar en los detalles y en las historias con alma.

Revsión de las obras de ampliación del hospital San Martin de Porres de Yaundé.

Un ejemplo, el mejor hospital de todo Camerún se encuentra en Yaundé, en el barrio de Mvog Betsi. Este centro surgió hace 10 años de la mano de Recover. Ambos nacieron juntos, ambos celebran su primer decenio al mismo tiempo. En sus inicios, el Centro hospitalario San Martin de Porres, que así se llama, era un pequeño dispensario a las afueras de la ciudad. Gracias a la ayuda de la Fundación se transformó en hospital que es hoy y alrededor del cual se ha formado un nuevo barrio. Personas de todo el país llegan hasta él, a pesar del mal estado de la carretera que conduce hasta la cima de la colina en la que se asienta, por la calidad de sus servicios, el bajo coste de estos y la ausencia de corrupción (que en otros centros hace que además de las cuotas fijas por los tratamientos haya que pagar a enfermeras y médicos para que hagan sus servicio).

Gracias al apoyo de Recover muchas otras organizaciones se han sumado a este proyecto e incluso están ayudando a su ampliación. ¿Pero cómo contar que si Recover no hubiera estado detrás de esta historia desde un primer momento nada sería lo mismo hoy en Mvog Betsi? ¿Cómo transmitir la esperanza que ofrece a cientos de personas todos los días? No basta con las estadísticas, ni siquiera con los agradecimientos de pacientes y personal sanitario. Es que para colmo, ni siquiera hay un cartel con el logo de la fundación que indique que ellos han hecho ese gran esfuerzo y se pueda mostrar en una foto.

Todo preparado para la inauguración del centro de Kribi de Insolàfrica y Fundación Recover

Igual sucede en Bikop, un centro de salud en mitad de la selva, de difícil acceso, sobre todo si es estación de lluvias, que ha sido elegido para poner en marcha una iniciativa piloto de informatización del dispensario para mejorar la gestión y ahorrar recursos con el fin de ofrecer un servicio de mayor calidad a los pacientes que llegan hasta él. Si funciona, y hasta el momento lo hace se replicará en otros centros de salud del país ¿Cómo explicar que cuando las necesidades básicas son tantas en una zona como esa se opta por ordenadores y conexiones a internet? Y, sin embargo, son este tipo de proyectos los que permiten que las cosas sean distintas en un lugar tan remoto. Solo Recover tuvo la visión de futuro y la valentía de lanzarse a la aventura para innovar y ofrecer a los habitantes de la selva profunda unos servicios sanitarios del siglo XXI que ayudarán a mejor sus condiciones de vida y a prevenir muchas de las enfermedades endémicas que padecen.

Así podría seguir desgranando otros proyectos que he visitado en Camerún o Burkina Faso. Intervenciones que casi no se ven, pero que son vitales para miles de personas en lugares donde los más pobres y vulnerable tienen negado el acceso a la salud. Gracias a Fundación Recover muchas de ellas lo tienen y, además, de calidad.
 
 
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